viernes, 5 de noviembre de 2010

¡PREPARANDO MALETAS!

Desde el momento en el que decidí iniciar mi formación docente, lo primero que pensé era dónde me tocaría la practica rural, pero lo que más deseaba era allí el clima fuera frio o por lo menos templado. Desde muy pequeña he tenido la fortuna de tener contacto con el campo, y a pesar que ha sido poco, en mí se ha mantenido ese entusiasmo y ese cariño por disfrutar de la naturaleza. Al llegar al IV semestre, llega la tan esperada práctica. Sentí gran alegría al saber que el lugar en el que viviría durante un mes, era tal y como yo esperaba, frío. Antes de realizar nuestro viaje, preparamos todo lo necesario y también nos preparamos nosotros(as). Dentro de mi equipaje empaqué algunos ideas de: Pablo Freire, Clestine Freinet, Vigotsky, Emilia Ferreiro y Piaget, como referentes que iluminan y orientan las

distintas actividades y que posibilitan una interpretación adecuada desde un e
nfoque pedagógico moderno.
¡Llegó el día! El día en el que tendríamos que trasladarnos al lugar de trabajo.
Para llegar a nuestro destino a tiempo, debimos tomar el mixto que sale a las 5 A.M. Emprendí mi viaje, llena de alegría y emoción por disfrutar de los hermosos paisajes que observan en el campo, la calidez de las personas y un ambiente totalmente distinto al que se ve en nuestra cotidianidad en la ciudad.

Al llegar senti alegría, temor, desconfianza, todo lo que se puede sentir cuando se llega a un lugar totalmente nuevo y desconocido, en el que sabes que vas a vivir por un tiempo; pero afrontándolo como una nueva experiencia en la que seguramente aprenderás muchas cosas nuevas.
Aun así me invadían algunas dudas, ¿Cómo me irá? ¿Cómo será el trabajo con los niños? ¿La comunidad me recibirá con aceptación?
La amabilidad de los habitantes, la ternura y el respeto de los niños, hicieron que estas dudas desaparecieran brindando confianza y seguridad.

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